En cierta ocasión se le acercó a Salvador Dalí la actriz francesa Madeleine Renaud. Se encontraba entusiasmada y le dijo al pintor:
-Quiero que sepa que le admiro muchísimo y que no hay duda de que es usted un genio
Dalí la miró, sonrió y se limitó a contestarle:
-Pienso como usted, señorita